martes, 27 de noviembre de 2012

PAPEL POLÍTICO DE LAS CORTES DE ARAGÓN

       Las Cortes aragonesas estaban constituidas por cuatro brazos: la alta nobleza, la baja nobleza, el clero y las universidades (municipios). El rey se apoyaba en las Cortes, y estas, a su vez, limitaban el poder real, produciéndose un equilibrio entre rey y reino por medio de la ley. Para comprender esto, debemos acudir a los míticos Fueros de Sobrarbe, por lo cuales los futuros reyes aragoneses estaban obligados a prestar el siguiente juramento: 

          “Nos, que valemos tanto como Vos, que no valéis más que Nos, os juramos como Príncipe y heredero de nuestro Reino con la condición de que conservéis nuestras leyes y nuestra libertad, y haciéndolo Vos de otra manera. Nos no os juramos”. 




Monumento a los míticos Fueros de Sobrarbe


           En época de los Austrias, Aragón continuó con sus propias instituciones y sus propias peculiaridades sociales y económicas, existiendo una relación contractual entre la monarquía y el reino que estaba encarnada en los fueros, aunque el poder fue decantándose más en el rey que en el reino En 1591 se produjo una profunda tensión por las denominadas “alteraciones de Zaragoza”, ya que los organismos políticos no eran capaces de solucionar los problemas que se producían en Aragón. Los aragoneses estaban divididos. 

         Las Cortes se reunieron en Tarazona en 1592, presididas por el arzobispo de Zaragoza, Andrés Cabrera y Bobadilla, y al morir éste, le sustituyó Juan Campi, regente del Consejo Supremo de Aragón. Como resultado se produjeron los siguientes cambios: fin de la ley de unanimidad de individuos y estamentos, se pusieron límites a la presentación de agravios, la Guardia del Reino quedó a disposición del presidente de la audiencia Real, el Justicia de Aragón se declaró revocable a voluntad del rey, se prohibió a los diputados convocar sin permiso del rey a los municipios o particulares, se abolió la libertad de imprenta, el rey podía designar al virrey hasta las siguientes Cortes. Además el servicio al monarca se elevó a 700.000 libras, obligando a los diputados a vender títulos de deuda pública (censales). También se modificaron los “reglamentos” de las Cortes. A pesar de todo mantuvo su identidad foral. La Diputación del Reino realizó una campaña para estimular obras eruditas en las que se corrigieran los errores históricos que perjudicaban a la imagen de Aragón y su proyección hacia el exterior. 

         Durante la época de Felipe II tampoco llegaron a convocarse Cortes, aunque no fue por llevar el monarca una política contraria al ordenamiento jurídico autóctono, sino el caso omiso que la Corte hacía a las inquietudes aragonesas era lo que provocaba el descontento.

        Aunque en época de Felipe III las Cortes no se reunieron, sí se celebraron Juntas o Congregaciones de Brazos. 

       Felipe IV, a partir del proyecto de la Unión de Armas que había planeado el conde-duque de Olivares en el 1625, impulsó una política renovadora y centralizadora. El primer intento para aplicar lar directrices de la nueva política gubernamental será la convocatoria de las cortes de Barbastro, finalizadas en Calatayud en 1626 y que tuvo como resultado que las universidades (municipios) se opusieran a la desmesurada contribución, ya que los aragoneses se encontraban en una situación económica desesperada. Pero las Cortes se habían comprometido a pagar 144.000 libras jaquesas anuales durante quince años, además de lo que les requiriese la monarquía para los conflictos armados. Los estamentos del reino en las Juntas de Zaragoza de 1634, se habían negado a contribuir alegando los acuerdos y condiciones de las últimas Cortes. En 1635 se declaró la guerra entre la monarquía francesa y española, con el consiguiente peligro de invasión. Pero los aragoneses no se comprometieron a contribuir nada de lo que no estuviera establecido por los acuerdos de 1626. La monarquía hispánica también se enfrentaba a una situación internacional complicada, por un lado estaban las maniobras de la cancillería francesa, por otro el agravamiento en los asuntos del principado catalán, ambas cuestiones otorgaron a Aragón un papel estratégico. 

         En septiembre de 1640 las instituciones aragonesas mediaron diplomáticamente entre las partes, pero sus esfuerzos fueron infructuosos, ya que Aragón no podía evitar inclinarse más hacia la parte catalana que hacia Felipe IV. La monarquía se encontró con problemas en las cortes de Castilla, con la revolución de Pau Claris en Cataluña y con las cortes de Lisboa en las que Joao IV fue proclamado rey de Portugal. Además estaba Navarra que había solicitado celebrar cortes en 1641. El marqués de los Vélez entró en Tortosa con su numeroso ejército. Los franceses entraron, por su parte, en el Rosellón. Esto hace que se alteren las negociaciones. El que los catalanes se inclinaran hacia los franceses provocó que los aragoneses se distanciasen de ellos. 
Pau Claris

           El virrey de Aragón apremió para que los representantes aragoneses adoptaran una postura. Los diputados consultaron a los abogados del reino para conocer como podían defender la Monarquía sin menoscabo de sus derechos forales. El virrey consintió derogar la prohibición del fuero de Tarazona de 1592, se consultó a la Corte del Justicia de Aragón, mientras que proseguían las negociaciones diplomáticas entre las instituciones aragonesas y los consellers de Barcelona y los diputats de Cataluña. Pero los catalanes intentaron convencer a los aragoneses de que libraran de Castilla para así conservar sus privilegios. Al final Aragón se avino a aportar hombres y dinero al ejército de la Monarquía. Mientras tanto los franceses avanzaban en Cataluña y amenazaban invadir Aragón. El ejército franco-catalán se dedicó al saqueo y pillaje. 
          Felipe IV convirtió Zaragoza en corte y plaza de armas. Se perdió Perpiñán y el Rosellón. Ante tal difícil situación, el monarca tuvo que demandar más ayuda y Aragón aceptó. El propio Justicia de Aragón publicó un bando en el que animaba a salir a socorrer la frontera. Cuando el ejército de Felipe IV venció en Urgel, los aragoneses se sintieron animados y la Junta de los cuatro estados prorrogó las sisas (impuestos sobre el consumo) del servicio. 

           En 1646 volvieron a convocarse las Cortes para intentar resolver los muchos problemas que no terminaban de resolverse. 

           De 1677 a 1702, en tiempos de Carlos II, tiene lugar una reactivación parlamentaria. Los que estaban a favor del proteccionismo se enfrentan a los que defienden el libre comercio, pero para resolverlo era necesario que se reunieran las Cortes, en ello jugó un papel importante D. Juan José de Austria. El nuevo funcionamiento de las Cortes pretendía dar un gran impulso a la industria aragonesa frente a la francesa. Por otro lado ya no existían las antiguas tensiones con la monarquía. Las Cortes se reunieron en 1684 y se estimuló la liberalización del comercio. 

          La última vez que se reunieron fue en 1702, fueron presididas por la reina María Luisa de Saboya, se prorrogaron los Fueros y actos de Cortes temporales y donaron a la reina 800.000 reales. En el XVIII las Cortes de Aragón desparecen, ya que una parte de los aragoneses habían apoyado al archiduque Carlos en la Guerra de Sucesión. Los decretos de Nueva Planta abolieron los Fueros en su vertiente pública. 

Referencias bibliográficas

- ARREGUI LUCEA, Luis Felipe. “La curia y las Cortes en Aragón”. Revista de Ciencias Sociales del Instituto de Estudios Altoaragoneses, 13 (1953), pp. 1-36.

-COLÁS LATORRE, G. Y SALAS AUSÉNS, J. A. “Las Cortes aragonesas de 1626. El voto del servicio y su pago”. Estudios del Departamento de Historia Moderna, 4 (1975), pp. 87-139. 

-CORONA MARZOL, Carmen. “Origen i evolució de les institucions polítiques a la Corona d’Aragó” en Història de la Corona d’Aragó. Ernest Belenguer Cebrià (coor.). Barcelona, 2007, pp. 73-94. 

GIESEY, R. A. If not, not. The Oath of the Aragonese and the legendary laws of Sobrarbe. New Jersey: Princeton, 1968. 

-GIL PUJOL. Francisco Xabier. De las alteraciones a la estabilidad Corona, Fueros y Política en el reino de Aragón, 1585-1648 (Tesis Doctoral) Barcelona, 1988. Un resumen de su Tesis Doctoral en Pedralbes, 10 (1990), pp. 217-224. 

-GIL PUJOL, Francisco Xabier. “Las Cortes de Aragón en la Edad Moderna: comparación y revaluación”. Revista de las Cortes Generales, 22 (1991), pp. 79-122. 

-GIL PUJOL, Francisco Xabier. “Parliamentary life in the Crown of Aragon Cortes, Juntas de Brazos, and other Corporative Bodies”. Journal of early modern history, V-7, 4 (2003), pp. 362-394. 

-LALINDE ABADÍA, J. Los Fueros de Aragón. Zaragoza: Librería General, 1978. 

-SOLANO CAMON, Enrique; SANZ CAMANES, Porfirio. “La monarquía hispánica y el reino de Aragón en tiempos de crisis. La década de 1640”. Cuadernos de Historia de España, 76 (2000), pp. 239-254.

 -www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=4319 (visitado 14/11/2012)

AUTOR: Sergio

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