domingo, 28 de octubre de 2012

LA REBELIÓN DE LOS PAÍSES BAJOS Y LA GUERRA DE LOS 80 AÑOS


Descripción   
Nos encontramos en 1560, los Países Bajos, compuestos por 17 provincias federadas que tenía una boyante burguesía, se encuentran bajo la regencia de Margarita de Parma, hermana bastarda de Felipe II.



Felipe II es considerado un rey extranjero, ni siquiera es capaz de pronunciar su discurso ante los Estados Generales en el idioma de la tierra, y hubo de dejarlo a cargo de Granvela.
Ciertos nobles, comerciantes y marinos se sienten discriminados por los españoles, la regente les llama “limosneros”, y ellos se autoproclaman, irónicamente, “mendigos”.
El calvinismo, muy acorde con el capitalismo, adquiere un gran predicamento entre los burgueses y comerciantes de la zona norte, que se resistían a pagar los impuestos a la corona.


La guerra
            En 1566 la pequeña nobleza presenta a la regente el Compromiso de Breda para que la Inquisición fuera abolida.
            En verano del mismo año se producen disturbios cuando los calvinistas asaltan iglesias y destruyen imágenes, así que Felipe II decide enviar al duque de Alba para reprimir a los rebeldes. Pero antes de que llegue, la regente consigue apaciguar la zona y envía mensaje a su hermanastro para decirle que no es necesaria la presencia del Duque de Alba.
El gobernador de Brabante y Artois, Conde Egmont, general católico flamenco al servicio de Felipe II que había ayudado a derrotar a los franceses en la Batalla de San Quintín, viaja a Madrid para convencer a Felipe II de que debe ser más tolerante con los protestantes, pero fracasa.
El Duque de Alba a pesar de la solicitud de la regente, crea el Tribunal de los Tumultos (o de la sangre, según los flamencos) cita a los nobles flamencos con la excusa de informarles sobre las órdenes del rey, entonces detiene al general Egmont y a Horn y los decapita en la Gran Plaza de Bruselas junto a algunos hugonotes.
El príncipe Guillermo de Orange financia desde Alemania a los llamados “Mendigos del mar”, mercenarios alemanes y, en 1568 estalla la que se ha denominado “La Guerra de 80 Años”, cuyo inicio tiene lugar en la batalla de Heiligerlee (Holanda), en la que las tropas de Luis de Nassau, hermano de Guillermo de Orange, vencen a las tropas españolas.






Batalla de Heiligerlee



Durante los años siguientes Luis de Requesens, Juan de Austria y Alejandro Farnesio fracasan en el intento de mantener Flandes bajo dominio español.
Cuando Felipe II muere, deja como herederos de los Países Bajos a su hija Isabel Clara Eugenia y a Alberto de Austria, aunque se limitaba al sur católico, (actual Bélgica). 
Felipe III firma en 1609 la Tregua de los Doce años con los holandeses. 
En 1639 se produce la derrota de la armada española en la batalla de las Dunas.
Geoffrey Parker escribe que “El no haber conseguido mantener una flota en el mar del Norte fue decisivo para los intentos españoles de dominar la rebelión de las provincias marítimas de los Países Bajos, ya que en el transcurso del siglo XVI diversos cambios e innovaciones profundas en la organización militar de Europa y en los métodos militares hicieron que fuera cada vez más difícil la victoria por tierra. En particular, resultó casi imposible la victoria rápida por tierra: para conseguir una victoria completa podían necesitarse años, tal vez décadas. Como declaraba en 1577 Alonso Gutiérrez, consejero naval de Felipe II, sin una flota en los Países Bajos podía tardarse cincuenta años en reducir a los «rebeldes»”
            En 1643 Felipe IV ordena a Francisco de Galarreta que inicie las conversaciones de paz. En 1648 se firma el tratado de Münster entre España y las Provincias Unidas, este era una parte de la Paz de Westfalia que ponía fin a la Guerra de los Treinta Años, en el que se reconoce la independencia de las Provincias Unidas.
              La monarquía hispánica deja de ser una potencia hegemónica y Holanda se convierte en  potencia internacional. 


Conclusiones
Las causas principales que provocaron la guerra fueron:
1º.- Políticas: Felipe II era considerado por los flamencos como un rey extranjero.
2º.- Económicas: la guerra entre Suecia y Dinamarca cerró las importaciones de trigo del Báltico, provocando carestía de los alimentos. Los calvinistas aprovecharon la crisis para criticar el lujo de la Iglesia.
Además la corona tuvo que pagar al ejército que combatía a los corsarios ingleses, por los que el Duque de Alba tuvo que recaudar impuestos para sufragar a los Tercios de Flandes.
3º.- Religiosas: defensa del calivinismo por los sublevados frente a los decretos tridentinos de Felipe II.
            Las clases dominantes y la nobleza flamenca se opusieron a que los 3 grandes obispados se reorganizaran en 17 más pequeños.
            4º.- Sociales: malestar creado por la represión llevada a cabo por el Duque de Alba.
            Según la mayoría de los historiadores las causas del desastre bélico español se debieron a la ruina financiera de la Monarquía, la crisis demográfica (ante las epidemias que asolaron los territorios peninsulares e italianos), y a la adversa coyuntura económica, a esto se opone Fernando González de León, según su tesis, los oficiales hispanos fueron los que llevaron a sus hombres al desastre, por ser incapaces de poder hacer frente a los más preparados y altamente capacitados oficiales que estaban en servicio en los ejércitos rivales, ya que Felipe II comenzó a asignar los altos cargos a los herederos de las grandes familias tituladas de Castilla, así como las nefastas elecciones del archiduque Alberto, que promovió a toda una serie de jóvenes adolescentes solo para poder complacer a sus ilustres padres, lo que provocó un fuerte resentimiento entre los profesionales, que se veían injustamente relegados de los puestos de mando, obligándolos en varias ocasiones a dejar el servicio, privando al ejército de gran parte de sus hombres más expertos y hábiles. Esta teoría adolece de rigor, ya que, según Davide Maffi,  González de León no indagó suficientemente en los archivos militares españoles ni en el archivo de Simancas.


Referencias bibliográficas

              - 
Crespo Solana, Ana y Herrero Sánchez, Manuel (coor) .  España y las 17 provincias de los Países Bajos: una revisión historiográfica (XVI-XVIII),  Vol. 1, Córdoba: Universidad de Córdoba: 2002 pp. 3-14.

              -Domínguez Ortiz. “El Antiguo Régimen: Los Reyes Católicos y los Austrias” en Historia de España (Dir. Miguel Artola). Madrid: Alianza Editorial, 1999, pp. 88-95.


              -Fernández Álvarez, Manuel. “La cuestión de Flandes (siglos XVI y XVII)”. Studia historica. Historia moderna, 4, (1986), pp. 7-16.


               -González de León, Fernando. The Road to Rocroi. Class, Culture and Command in the Spanish Army of Flanders, 1567-1659, Leiden-Boston: Brill, 2009.


              -Menéndez Pidal, Ramón. “España en tiempo de Felipe II” en Historia de España. Tomo XIX, Vol. 1. pp. 705-811. Vol. 2, pp 397- 432. Madrid: Espasa-Calpe, 1958, 


              -Parker, Geoffrey. El ejército de Flandes y El Camino Español 1567-1659: La logística de la victoria y derrota de España en las guerras de los Países Bajos. Madrid: Alianza Editorial, 2000.


AUTOR: MIGUEL PEREIRO

lunes, 22 de octubre de 2012

¿CÓMO ENTRÓ PORTUGAL EN LA MONARQUÍA HISPÁNICA EN 1580?

           A mediados del siglo XII, Portugal se independizó del reino de León y un siglo más tarde, con la toma de Faro, concluyó su etapa de reconquista

Tras la muerte en la batalla de Alcazarquivir en 1578 de Sebastián I de Portugal y de su sucesor, el cardenal Enrique I El Casto en 1580, se produjo una crisis sucesoria.

 Los aspirantes al trono eran:

- Ranuccio I Farnesio, que tenía 11 años, nieto de Enrique I, pero su padre Alejandro Farnesio no supo, o no quiso, esgrimir adecuadamente los derechos de su hijo al trono por no indisponerse con Felipe II, del que era aliado y vasallo.
- Catalina, duquesa de Braganza, casada con Juan I, también heredero de Manuel I. Pero su punto débil era su condición femenina y Portugal aún no había tenido ninguna mujer que fuera reina.
- Antonio I de Portugal, hijo ilegítimo de Luis de Avis, nieto de Manuel I. Al ser ilegítimo quedaba descartado.
- Y, finalmente, Felipe II de España.


Felipe II

             Cuenta el historiador Fernando Bouza, que la emperatriz Isabel de Portugal, esposa de Carlos I de España y V de Alemania, cuando estaba embarazada de Felipe, reveló que había soñado que era un mapamundi lo que se movía en su seno. Veamos pues, como se cumplió este sueño premonitorio.
            Ya a finales de los años 70 del siglo XVI, se publicaron numerosos textos en los que se hablaba de la posibilidad de que Felipe II acabara por convertirse en rey de Portugal. Así tenemos el Tratado del Diálogo Llamado Filipino del licenciado Lorenzo de San Pedro en el que se incluyen dos imágenes que lo atestiguan.

            Felipe II supo servirse para apoyar su causa de lo que hoy denominaríamos propaganda. Ordenó buscar en los archivos históricos los títulos que avalaran su derecho al trono. Prueba de ello es que Diego de Ayala, archivero del archivo de Simancas, intentó responder “a la gran furia con la que el rey pedía copia de capitulaciones con Portugal con la pretensión de contrarrestar aquellos testimonios que pudiesen presentarse en favor del derecho de elección popular mediante la aportación de pruebas de que Portugal se había desgajado ilegítimamente de la herencia de Castilla”.

             El proceso negociador con los estamentos portugueses se hizo sobre la base de una antigua escritura localizada en un archivo, el de la cámara municipal de Lisboa. Se trataba de los artículos de Lisboa de 1499 que Manuel I, cuando pensó heredar España, había concedido como garantía y paso previo al juramento que las Cortes de Lisboa de ese año prestaron a su hijo el príncipe Miguel, por entonces heredero jurado de Aragón y de Castilla. Los artículos de 1499 fueron incorporados a las propuestas de los embajadores del rey católico ante Enrique I y las Cortes de Almerín y más tarde compondrían la espina dorsal del estatuto de Tomar de 1581: documento de gracias y mercedes por el que habría de regirse la entrada de Portugal en la monarquía de los Austrias y documento que se reveló absolutamente necesario para lograr el reconocimiento de Felipe II.

Felipe II también utilizó la tipografía y difundió sus alegaciones por toda Eu­ropa, especialmente en Castilla y Portugal. Instaló una a imprenta de frontera en Portugal, y proclamó un perdón general a los portugueses que lo reconocieran como su legítimo rey, abandonando a Antonio I.
Felipe II de España, descendiente de Manuel I el Afortunado, tenía la desventaja de ser un rey extranjero, aunque su madre fuera portuguesa. Ante la oposición de ciertos sectores portugueses, Felipe II decidió ocupar militarmente el país poniendo al mando de sus tropas al Duque de Alba.
El Secretario de Estado, cardenal Granvel, no era partidario de extender los dominios hacia Portugal, ya que entendía que la única estrategia debía dirigirse contra Francia. En la corte se criticaba la ocupación de Portugal y el papel del Duque de Alba.

            Por otra parte, el infante don Antonio se había autoproclamado rey en Santarem, pero sus tropas fueron vencidas en 1580 en la Batalla de Alcántara, siendo Felipe II reconocido como rey de Portugal en 1581, con el nombre de Felipe I de Portugal y reconocido oficialmente por las Cortes de Tomar, a cambio de que los territorios portugueses y sus colonias mantuvieran sus propias Cortes, derechos y privilegios, sin ser anexionadas a Castilla. Así se produjo una unión dinástica aeque principaliter entre los distintos reinos hispánicos que terminaría con la guerra de separación de Portugal en 1640.

            La unión de Portugal permitió que los grandes imperios ultramarinos de las dos potencias se unieran bajo el mismo rey. Frente al imperio español estaban Francia, el Imperio otomano, Inglaterra y Flandes.





            La incorporación de la corona de Portugal a la monarquía de Felipe II fue:
            1º.- La culminación de la mo­narquía hispánica que tenía sus orígenes en la política matrimonial diseñada por los Reyes Católicos.
            2º.- El presupuesto estratégico de una nueva política más agresiva.
            3º.- Un hecho que dotaría de una dimensión universal a la empresa real.
            Sin embargo, Américo Castro en España en su historia. Cristianos, moros y judíos habla de que los españoles no amban al rey Felipe, ya que se oponían, entre otras cuestiones, a su política fiscal. A esto se unió el desastre de la Armada Invencible.


            Por otro lado, en Portugal el clima político tampoco era favorable a la monarquía hispana. Para contrarrestar esto, el intelectual Juan Caramuel Lobkowitz publicó en 1639 Felipe el Prudente, en donde pretendía demostrar la legitimidad de los derechos de Felipe II argumentando que era heredero directo de los reyes de León, que Portugal se había independizado ilegalmente al haberse rebelado ilegítimamente Alfonso Enríquez de su señor Alfonso VII y que las Cortes de Lamego se reunieron contra la legalidad vigente. En cuanto al reconocimiento papal de la independencia portuguesa en el siglo XII, Caramuel alega que Alfonso Enríquez fue un rey pontificio pero no secular, y que no cumplió la obligación de acudir a las cortes de León.
            A pesar de estos alegatos, la unión con Portugal terminó en 1640, cuando se proclama rey al octavo duque de Bragança, Juan IV.


           Referencias bibliográficas

Bouzá Álvarez, Fernando. Tesis Portugal en la Monarquía Hispánica, 1580-1640. Felipe II, las cortes de Tomar y la génesis del Portugal Católico, Madrid, Editorial Complutense, 2 vols., 1987.
---“De las alteraciones de Beja (1593) a la revuelta lisboeta Dos Ingleses (1596). Lucha política en el último Portugal del primer Felipe” Stud, hist., Hª mod., 17, 1997, pp. 91-120

Castro, Américo en España en su historia. Cristianos, moros y judíos. Barcelona: Crítica, 2001.


Domínguez Ortiz, Antonio: “Un testimonio de protesta social a fines del reinado de Felipe II”; Homenaje a Pedro Sainz Rodríguez. III. Estudios Históricos. Madrid, Fundación Universitaria Española, 1986, pp. 219-22.


Labrador Arroyo, Félix La Casa Real en Portugal (1580-1621), Madrid: Polifemo, 2009.

AUTOR: SERGIO CARAZO